
Cuando hablamos de responsabilidad aludimos, como su nombre lo indica, a la “habilidad de responder”, yo diría, oportunamente a una situación determinada, sin embargo, la capacidad de responder no garantiza que obtengamos los resultados que esperamos. ¿Qué es lo que sucede cuando los resultados de nuestras respuestas no están en concordancia con nuestras intenciones? En vez de” responsabilizarnos” y decir, esto no era lo que yo esperaba o como puedo hacerlo diferente, sentimos “culpa”.
A esta conclusión he llegado de tanta culpa que me he achacado a lo largo de la vida. Curiosamente, la palabra responsabilidad y su definición no refieren ninguna connotación negativa per se, sin embargo, era la primera emoción que me venía al cuerpo cada vez que se asomaba una consecuencia que aludía a cualquier cosa que yo considerara un error, o que de alguna manera perjudicara a otra persona, especialmente cuando se trataba de mis seres queridos.
Desde esta perspectiva, quise saber cuál era el significado de la palabra culpa, encontré muchos conceptos al igual que de la palabra responsabilidad, pero fue esta la que más se ajustó a mi experiencia. “La culpa es una forma particular de miedo…está asociada a una sensación de injusticia y castigo potencial, ya sea real o de una fantasía. Si el castigo no se recibe del mundo exterior, se expresa como auto castigo a nivel emocional…” [Dejar ir, David Hawkins pág., 67]
Cuando leí esto, entendí que la culpa era la causante de toda mi angustia cada vez que algo no salía como esperaba y debía dar cuentas, ya sea a otras personas o a mí misma, de las consecuencias de mis acciones. Paradójicamente, la parte más dura era enfrentarme a mí misma, por cualquier cosa, allí estaba reflejado el autocastigo emocional con el que tuve que vivir una buena parte de mi vida. Esto sin contar el haber permitido castigo externo que yo sin darme cuenta propiciaba.
Esa parte de mi mente que me decía que debía haber hecho otra cosa se apodero de mi por mucho tiempo, desde lo que yo llamo “frecuencia negativa” que irónicamente era muy nítida y sabía darme donde más me dolía. El miedo a no ser buena “madre, esposa, hija, amiga, profesional, etc” me movía a alimentar negatividad en mi misma y, sin querer, proyectarla en los demás, especialmente en mis seres queridos.
En este mismo libro Hawkins dice, “la culpa representa la muerte igual que el amor representa la vida. La culpa es parte del yo más pequeño y subyace a nuestra voluntad de creer cosas negativas de nosotros mismos… Es improbable que existiera la enfermedad física sin culpa…”. La verdad es que leer estas palabras me hizo amar literalmente la palabra responsabilidad, y después de haber vivido con la culpa como sinónimo de responsabilidad, decidí darle la connotación que le correspondía, mas allá de lo que había aprendido a lo largo mi vida.
El gran antídoto de la culpa es la aceptación, y la responsabilidad, aun cuando siempre está presente, no denota odio, ni hacia los demás ni hacia mí misma.
A diferencia de la culpa, la responsabilidad expande la conciencia cuando reconoces que te equivocaste, tomas las medidas correspondientes para enmendar el error. Cuando se revela el aprendizaje que encierra un aparente fracaso, cuando te responsabilizas de haber hecho daño a otro y te expandes al ponerte en sus zapatos. La responsabilidad te trae conciencia, la culpa te la quita, te deja en un estado de negatividad oscuro y sin sentido, desde donde no te puedes validar y por lo tanto no te deja nada para ofrecer.
Cada vez que me encuentro ante una situación que no me agrada me pregunto ¿De qué manera estoy participando? ¿Cuál es mi responsabilidad? E inmediatamente surge una nueva respuesta, una que me da luz, que me muestra el camino, no solo en función de los demás si no de mí misma. Asumiendo la responsabilidad libre de culpa puedo aprender hacer las cosas diferentes para obtener mejores resultados. Me convierto en una persona más honesta y genuina y soy capaz de poner los límites necesarios para mantener mejores relaciones con los demás y conmigo misma.
Por todo esto y más, asumo toda mi responsabilidad libre de culpa.
Alech