“EL CAMINO DEL CORAZÓN ES EL CAMINO DEL CORAJE. ES VIVIR EN LA INSEGURIDAD, ES VIVIR CON AMOR, CON CONFIANZA, ES ADENTRARSE EN LO DESCONOCIDO. ES RENUNCIAR AL PASADO Y PERMITIR EL FUTURO”.
– OSHO
Renacer y coraje, dos palabras que parecen distantes pero que están inexorablemente unidas por las experiencias de la vida. Cuando un ser humano cae tras una derrota, sin querer, desencadena un proceso de cambio y transformación que le permite retomar su camino con el valor agregado del aprendizaje y la madurez de su alma.

Tomes la decisión que tomes, siempre habrá alguien que te dirá que estás equivocado. Siempre hay dificultades levantándose que te tentarán para que pienses que tus críticos tienen razón. Planear un curso de acción y seguirlo hasta el final requiere coraje.

– Ralph Waldo Emerson

Después de un fracaso, el que se levanta no es el mismo que aquel que sufrió la caída. El dolor y la pérdida ampliaron su visión en un proceso de expansión de consciencia. A esto le llamo yo, “renacer”, ser capaz de mirar más profundo, de vivir más intensamente porque ahora puedes ver tus habilidades y enfrentarte a tus sombras con confianza.

Esta sensación de confianza no emerge de las sombras sino de la capacidad intuitiva que revela esa esencia que nos contiene y que nos apoya a encarar el miedo mientras somos quienes queremos ser. La confianza es un estado de conciencia que nos abre a la paz y la templanza.

Así, el triunfo final somos nosotros mismos, la gran victoria supone integrar la experiencia vivida en un estado consciente de apertura. Esto también implica “renacer”, mirar hacia adentro y seguir adelante con la confianza que el miedo nos despoja y que no nos deja avanzar, pero que una vez superado, nos lleva más allá de nosotros, hacia lo que queremos ser.

Entonces, comprendemos que el fracaso no existe y que se materializa solo cuando dejamos de perseverar en encontrar el camino hacia nuestros ideales. Y que nos ofrece la “oportunidad de comenzar de nuevo con más inteligencia”, como bien decía Henry Ford. En estos tiempos de incertidumbre, de caídas recurrentes, de derrotas aparentes y tristezas inminentes, es necesario utilizar la fuerza del coraje para mirar nuestras sombras a la cara, abrazarlas y agradecerlas tan profundamente que nos llegue a la médula, y desde allí, enfrentar un mundo nuevo, lleno de oportunidades y de la luz intensa del “renacer”, dándole paso al futuro, hasta convertirnos en lo que queremos ser.