“El hombre debe obedecer la ley sagrada de su propia naturaleza para alcanzar su potencial” Ralph Waldo Emerson
Confiar es crecer… Cuántas veces hemos escuchado en palabras de otros lo que ya nosotros sabíamos desde hace tiempo? Cuántas veces dejamos pasar un razonamiento, una idea, tan solo porque era nuestra? Sin temor a equivocarme diría que muchas veces, sin contar las ocasiones en que seguimos un argumento y lo defendemos solo porque proviene de otro que, en teoría, sabe más.
Y es que la voz que llevamos dentro, esa fuente de una ética insobornable, de integridad, de carácter y de ideales, como bien lo dice Ralph Waldo Emerson, es la confianza en nosotros mismos.
La confianza que se manifiesta cuando seguimos la luz que nos atraviesa la mente y nos indica nuestro camino, los pasos a seguir, la que nos da paz. Si, Paz, porque cuando hacemos en congruencia con nuestras propias experiencias, principios e ideales nos sentimos plenos, nos sentimos “en paz”.
En las obras de los sabios, reconocemos muchas veces ideas propias que hemos desechado y que regresan a nosotros como pertenecientes a “otros”. Esos otros que se atrevieron a decir lo que sentían y pensaban, y actuaron en consecuencia. Esos, a quienes ahora, todos llaman maestros y sabios, y que se atrevieron a ir en contra de los convencionalismos y las ideas preestablecidas.
Esas ideas que pertenecen al pasado y mantienen al mundo tal y como lo vemos, sin nada nuevo. Evolucionamos para seguir siendo iguales. Dejar que nuestra convicción nos hable tendrá, en su debido momento, un significado universal que a todos alcance, porque cada uno de nosotros representa una parte del mundo en el que todos convergemos, aunque sea una vez en nuestra vida.
“El carácter de un hombre es como un acróstico o una estancia de alejandrinos: leída hacia delante, hacia atrás o transversalmente, siempre dirá lo mismo” esta frase también la escribió Ralph Waldo Emerson y para mí, representa la consecuencia de la confianza en nosotros mismos, porque el carácter siempre está enlazado con nuestra esencia, esa esencia que no imita, y que afirma la fuerza acumulada por la experiencia de toda una vida, y que al final forja nuestro carácter.
Lo que cada uno de nosotros puede hacer mejor, nuestro talento nadie puede enseñárnoslo, nadie sabe quién eres, hasta que lo demuestras. Entonces sí, la confianza en nosotros mismos nos hace crecer por eso digo que “confiar es crecer”.
Crecer en aquello que no tomamos prestado de nadie, en lo que nos hace grandes, en nuestra esencia, porque lo que somos siempre está con nosotros, es nuestra más valiosa propiedad y no está a la orden de una crisis, la política o la economía, sino que se eleva en cada paso que damos.
El alma no es viajera, la esencia permanece en casa, aun cuando nuestras necesidades u obligaciones nos lleven a otras tierras. Cuando comprendamos que nuestro poder es innato y que nuestra debilidad solo se deriva de lo que hemos buscado fuera de nosotros mismos, comprenderemos que la verdad siempre ha estado a nuestro alcance y que lo que hagamos de nuestra vida dependerá exclusivamente de la confianza que desarrollemos en nuestros talentos y en la sabiduría primordial que se encuentra en nuestra espontaneidad.
Por eso antes de escuchar las verdades de otros, reflexionemos sobre las nuestras, porque es a partir de allí, desde donde construimos nuestras realidades y desde donde podemos marcar la diferencia, obsequiándole al mundo lo que somos más allá de lo que otros creen que somos.