Un momento de inflexión en mi vida fue precisamente un diagnóstico de cáncer, lo que constituyó un cambio obligatorio tanto para mí, como para mis seres queridos.

En ese momento cuestioné mi vida y comencé a buscar respuestas, llevaba una buena vida, un buen matrimonio y una hermosa familia y, sin embargo, allí estaba, esperando para iniciar ciclos de quimioterapia.

Sabía que tenía que hacer un cambio y no tenía idea de qué cambiar y cómo hacerlo. Busque ayuda, mentores, terapeutas, no entendía lo que pasaba. Porque el cambio no está en lo que sucede sino en lo que piensas. Lo que te sucede es solo una consecuencia de tu estado interno y yo pensaba que había hecho todo correctamente, enfocada en la familia, me fui olvidando de lo que yo creía, las cosas que me gustaban, fui creando una vida en la que yo no estaba incluida y si no tienes una percepción sana de ti mismo y de lo que te hace feliz, no tienes fuerza para sostenerla y tarde o temprano se viene abajo.

Ahora sé, de primera mano que la vida te pone a prueba, una enfermedad, una ruptura, una infidelidad, un despido, la pérdida de un ser querido, una quiebra, es solo un empujón hacia el cambio, y es cuando miras hacia adentro y escuchas cuando empiezas a hacer “lo que tienes que hacer”.