Ahora es cuando empieza la crisis
Entramos en la tarde de la vida profundamente faltos de preparación; peor aún, lo hacemos bajo el erróneo supuesto de nuestras verdades e ideales vigentes hasta entonces” C G Jung
Durante la vida transitamos muchas crisis, sin embargo, vivimos experiencias que nos preparan para no repetir errores y para superar obstáculos que nos limitan en el camino hacia lo que queremos ser.
Al mismo tiempo, reconozco, que no siempre se siente así. He llegado a un punto de mi vida en el que siento que todo que he aprendido hasta ahora ya no vale. Aun cuando estoy segura de que todo lo aprendido está disponible para mí, lo que quiero decir es que durante una crisis no parece servir de nada. En el momento en que las estructuras se rompen, la incertidumbre te invade de tal manera que te sientes completamente indefensa.
Siguiendo la teoría de caos comprendí que no es posible hacer cambios sin deshacer viejas estructuras, porque atravesar una crisis, cualquiera que sea, significa reconstruirse y transformarse. Y eso no es posible sin generar caos en tu vida. ¿Pero, qué pasa con todo eso que construiste por años hasta llegar a la madurez?
Yo siempre soñé con retomar mis sueños, una vez que mis hijos fueran adultos y pudieran encargarse de sí mismos, y este, en teoría era el momento, Sin embargo, me encontraba sumida en un mar de obligaciones y no me daba espacio para todo eso que, en teoría, ya podía hacer. Y aunque nadie directamente me lo imponía, yo me auto comprometía con todo, en pro del “bienestar familiar”. ¿Sería ésta una de las verdades de las que hablaba Jung?
Una vez que comprendí que en efecto estaba en crisis, y ese es un paso muy importante, ya que en un principio había asociado mi insatisfacción al trabajo en la oficina, a la política y la economía de mi país y por supuesto a mi esposo, empecé a desgranar un poco cómo había llegado hasta aquí.
Aun cuando aparentemente esta es una crisis por la que consciente o inconscientemente, pasamos todos en esta etapa de nuestra vida, me dedique a indagar para entender lo que me estaba pasando. También para descubrir lo que me había llevado a sentirme tan limitada en un momento de mi vida en el que, en teoría, debía estar mejor que nunca.
Mientras nos encontramos en el letargo, buscando la satisfacción en la propia fuente de insatisfacción, no podemos hacer consiente lo que nos está sucediendo. Nos mantenemos en una rueda de ratas que produce un desgaste todavía mayor, buscando la forma de que todo siga igual. Mientras más tiempo nos encontremos en esta circulo vicioso, más energía estaremos dejando en el camino y por lo tanto, tanta menos motivación tendremos para mantener una vida que ya no nos satisface.
Es por ello por lo que una vez que empiezas a cuestionarte empieza la verdadera crisis. Es decir, ahora sabemos, que no sabemos. La incertidumbre se apodera de nosotros y nos sentimos verdaderamente vulnerables. Pareciera que nuestro criterio acerca de las cosas ordinarias de nuestro mundo ha desaparecido y ya no sabemos ni qué pensar.
A pesar de haberme dado cuenta de todo esto, yo seguía queriendo mi vida, en realidad sentía que no tenia nada de malo, que había sido buena. Sin embargo, no se trataba de que fuese buena o mala, se trataba de que ya había cumplido su propósito y tenía que pasar a una nueva fase, Pero, y ¿cómo paso a una fase que, para mí, es totalmente desconocida? Era como dar un salto al vacío. Por más que trataba de buscar un camino, no lo encontraba.
Siguiendo con la teoría de Dahlke y la crisis de la mediana edad, él alega que hay distintas razones para que la crisis de la mitad de la vida destaque de entre las demás crisis vitales… la primera y esencial impone la necesidad de un cambio de dirección.
Otra razón se encuentra en el balance de la vida anterior, todo lo que vivimos, con sus luces y sus sombras y por supuesto todos los asuntos pendientes, desde las relaciones que no se vivieron hasta sueños infantiles pendientes. Todo aquello que nos hizo feliz y todo lo que dejamos de lado en pro del “deber” o lo “importante”.
Pero la más importante constituye la llamada a soltar el lastre o todo aquello que ya no nos llena. Hasta ahora se trataba de tener más, sabe más, conquistar, ampliar. Ahora se trata de dejar atrás, soltar todo lo que nos sugiere un obstáculo en el camino que Dahlke llama “el camino de regreso del alma”. En definitiva, de eso se trataba, de regresar a lo esencial para comenzar a construir una vida más plena, fuera de los prototipos y las expectativas de los demás.
Y desde allí, comencé a observar cuales eran las cosas, personas, situaciones y trabajos que no formaban parte de lo esencial en mi vida. Realice una línea de tiempo en donde refleje mi vida desde la primera década hasta el presente y comencé a descubrir, sueños olvidados y aficiones que desde niña me llenaron de alegría y que, de una manera u otra, se mantuvieron presentes sin que me atreviera a desarrollarlos a otros niveles.
Descubrí talentos ocultos de los que nunca me percaté y que ahora estaban disponibles para mí. Además, hice una lista de cosas que desde siempre había querido hacer y no me había atrevido. A partir de allí empecé a ver un poco de luz sobre cuál debía ser mi cambio de dirección, encontré una brecha que rayaba en abismo entre lo que siempre había querido hacer y lo que en realidad estaba haciendo.
También pude valorar todo aquello que sí me había atrevido hacer y todo lo que había logrado a lo largo de todos estos años. Y, a pesar de todo, había sido feliz y sólo por eso había valido la pena. Además, comprendí, que no todo tenía que dejarlo atrás que el amor que había sentido y muchas de las cosas esenciales que me habían acompañado a lo largo de los años seguían allí mostrándome lo importante.
Lo mejor de mi vida
Mayo 2021