
Vivimos en un mundo que nos impulsa a ir muy rápido, en donde la competitividad nos mantiene en la búsqueda de más. Pero alguna vez nos preguntamos qué es “más¨?, más trabajo?, más amor? más paz? Más de qué?. Vivir una vida desenfrenada, sin el tiempo para sentir, no nos permite responder a estas preguntas. Y pretendemos buscar en el mundo las repuestas que solo nosotros podemos responder. Esto nos lleva a esa búsqueda desenfrenada que solo nos hace escapar de nosotros mismos y de nuestros sentimientos.
Este, es un mecanismo que utilizamos con frecuencia para huir de nuestros sentimientos, “abrumarnos de actividades”. El escape de los sentimientos a traves de la diversión o el trabajo, no permite escuchar lo que nuestra conciencia tiene que decir.
El escapismo y la evitación de la consciencia interior es un mecanismo socialmente aceptado, es por esa razón que es tan común y muchas veces nos pasa desapercibido.
Nos da miedo enfrentarnos a nosotros mismos, tememos incluso un momento de soledad. Por ello, las constantes actividades frenéticas: la interminable socialización, el hablar, el enviar mensajes de texto, leer, escuchar música, trabajar, viajar, hacer turismo, ir de compras, comer en exceso, los juegos de azar, ir al cine, tomar píldoras, el uso de drogas y las fiestas de cóctel. Es muchas veces solo una forma de escapar de nuestra realidad.
Ponernos en sintonía con nosotros mismos es lo que nos permite estar presentes en todo lo que hacemos y reconocer lo que mueve nuestro mundo, para comprender por qué vivimos experiencias dolorosas y utilizar la conciencia para cambiarlas. Para que nuestras actividades sean una expresión de nuestra felicidad y nuestras ganas de compartir nuestras vidas para enriquecerlas.
Alech