Una vez que tomamos conciencia del momento presente comienza la vida. Es curioso que mientras vivimos también podamos estar muertos (dormidos). Cuando vivimos “en el debo que y en el tengo que” estamos muertos. Mientras desde nuestra esencia no se exprese un deseo del alma estamos muertos.
Cuando hablamos de vivir, hablamos de incertidumbre, de cambio, de esfuerzo, de tristezas y alegrías, de triunfos y fracasos, de vivir en los opuestos inhalando y exhalando, mientras vivimos. Cuando pasamos la vida haciendo lo que “creemos” que debemos y lo que “creemos” que tenemos, nos perdemos la dicha de hacer lo que amamos, de darle al mundo y a nosotros, lo mejor que podemos ser.
Pero lo más lamentable de vivir dormidos, es perder nuestra libertad como personas, cuando perdemos la libertad perdemos la alegría y el entusiasmo que son necesarios para vivir despiertos.
En este nuevo despertar, nos conviene aceptar la responsabilidad de nuestra felicidad, y esa responsabilidad se expresa en la voluntad de hacer los cambios y renuncias que sean necesarias para mantenernos despiertos, hasta escribir nuestra propia historia, no la historia que nos inculcaron otros, desde su experiencia.
Esa es la bienvenida que quiero dar, la de la verdadera libertad, la de renunciar a lo que soy en favor de convertirme en lo que quiero ser, a escribir y vivir mi propia historia.
Alech.
